jueves, 11 de enero de 2018

CAP 12: Terror en el bosque; el liche



- ¡¡No puedo más!! Tengo que pararme - pensó el elfo totalmente exhausto-.
Una nueva oleada de dolor le recorrió el costado derecho. Respiraba con dificultad y chorros de sudor le recorrían todo el cuerpo empapando sus maltrechas ropas. Se exploró lo mejor posible la herida, de la que brotaba un continuo hilo de sangre. No tenía buena pinta, los bordes de la piel se estaban oscureciendo tomando un color verde oscuro. 
El elfo se acurrucó tras uno de los enormes pinos  que poblaban el bosque Sombrío. Dejó caer su espalda sobre el tronco e intentó tomar aire. Estaba tan aturdido que no sabía cuánto tiempo llevaba corriendo, la adrenalina lo había empujado a una huída descontrolada. Cuando los esqueletos atacaron su aldea, él había intentando defender su casa pero una de las criaturas lo había apuñalado sin piedad. La batalla no había durado mucho, los no-muertos habían llegado como una brisa nocturna, silenciosos y veloces. A los guardias no les había dado  tiempo de dar la voz de alarma, en cuestión de un instante se les echaron encima. Eran unas bestias crueles, no gritaban o vociferaban como hacían los bandidos normales, solo se oían los ligeros roces y tintineos de los oxidados trozos de armadura contra el duro hueso. Casi imperceptibles, como sombras letales que traen la muerte.
 
El bosque Sombrío estaba extrañamente silencioso aquella noche, no había grillos ni búhos amenizando los alrededores como era habitual. Algo había asustando a los árboles. El elfo se dio cuenta, al observar los árboles que lo rodeaban, que  sus ramas se mecían lánguidas y sin firmeza y la corteza de los robles y pinos había tomado un extraño color gris mortecino.  No quiso aceptarlo pero lo cierto es que estaba totalmente desorientado, no guardaba recuerdos de aquel lugar del bosque y se sintió solo y perdido. 

- ¿Por qué soy incapaz de encontrar el camino? -se preguntó a sí mismo sin alzar mucho la voz-  Juraría que por aquí he pasado antes…

Entonces reparó en el suelo. La alfombra verde que cubría el bosque se había convertido en un montón de quebradizos tallos de color marrón. Todo era increíblemente diferente, era como si alguien estuviera robando la vida al bosque. El sudor le empapaba la piel, y se dio cuenta del tremendo calor que hacía aquella noche. Un calor anormal, jamás había sentido tanto sofoco viviendo en aquel lugar…sería la herida…tendría fiebre… “me estaré muriendo” pensó.

Entonces escuchó  crujir una rama muy cerca. 

Instintivamente, gateó hacia el arbusto más cercano y se hizo un ovillo para no ser visto. Entre las ramas aún podía ver el árbol en el que hacía unos segundos estaba apoyado. Una sombra surgió de la maleza e hizo crepitar la hierba muerta bajo sus pies. 
 
El elfo ahogó un grito tapándose la boca con ambas manos…aquello que veía no podía ser verdad, esa criatura no existía, eran cuentos que las viejas usaban para que los niños no protestaran al irse a la cama.  Notó como las piernas le empezaban a temblar sin control y se las aferró rodeándolas con sus brazos intentando no moverse, con "eso" cerca no podía permitirse hacer ningún ruido. Pero “ ¿De dónde ha salido?” se preguntó. 

La horrible figura olfateaba el aire girando la cabeza de un lado a otro, sabía que estaba allí… ¡Lo buscaba!

El elfo había oído mil y una historias sobre el liche. Como a cualquier joven fantasioso le interesaba enormemente cuando se hablaba de aquella criatura maligna. Según las ancianas de su tribu, antaño habían sido magos poderosos, normalmente de la tribu del fuego. Pero las ansias de poder los habían llevado a hacer tenebrosos pactos con la muerte. Al principio experimentaban con animales menores pero pronto se dieron cuenta que los seres inteligentes tenían gran cantidad de magia acumulada y que se les podía robar. Pasaron de ser magos respetados a convertirse en temidos asesinos. Extraían toda la magia de sus víctimas hasta llevarlos a la muerte. Con el tiempo perdían todo rastro de humanidad  pues eran incapaces de sentir nada, tan solo una inmensa sed de magia que solo podía ser saciada robando vidas. Eran seres que habían aumentado su existencia gracias a rituales prohibidos y su cuerpo se había desfigurado mostrando su cercanía a la muerte. Su piel se había cuarteado pegándose a sus huesos. Los ojos estaban hundidos en el pozo negro de sus cuencas solamente iluminadas por el fragor de malicia que brotaban ellos. Los labios desdibujados se encontraban contraídos por una mueca de malicia mientras su inexistente nariz se movía con súbitas contracciones saboreando el aire impregnado de miedo. 

- Muerteeeeee, magiaaaaaa - susurraba el liche. 
 
La voz de la criatura sonaba rota y las palabras se arrastraban como miles de gusanos frenéticos. Las ancianas contaban historias acerca de los liches y aseguraban a los niños que si no se dormían cuando asomaba la luna,  vendría el liche  para llevárselos. De ese modo, los inocentes críos obedecían sin rechistar. Hazte el dormido o duerme -decían las ancianas- así el liche pensará que has muerto, que no tienes magia y pasará de largo dejándote en paz. 

-Muerteeee, cercaaaaa. 

Siempre que se recordaban estas historias había quien aseguraba haberse topado con un liche e incluso que había estado a punto de ser atrapado. Todos los que relataban estos encuentros, coincidían en una cosa… frío, el tacto del liche era tan frío que congelaba el alma. Muchos decían que era lo último que se sentían sus víctimas antes de morir. 

El elfo se limpió los ojos, el profundo miedo que sentía lo habían llevado a un silencioso y amargo llanto. Se intentó convencer de que tal vez era un no-muerto extraviado  y que pasaría de largo. Pero su instinto le decía otra cosa, podía sentir el aura negra de la criatura. Volvió a oír susurrar. 

- Muerteeeeee, te huelooooo.
 
Tras decir eso, el liche giró su cabeza bruscamente, con un movimiento  que hubiese roto el cuello a cualquier ser vivo y miró fijamente el seto tras el que se ocultaba. Los ojillos rojos de la criatura brillaron con malicia y caminó hacia el escondite del malherido elfo.
< ¡Me ha visto, me ha visto!> gritaba mentalmente, entonces en un momento de lucidez desesperada recordó lo que decían las viejas: "Duérmete o hazte el dormido"



El elfo se tumbó de medio lado y cerró los ojos con fuerza mientras su corazón quería salirse del pecho. Escuchó los pasos acercándose, arrastrando los pies por el suelo quebradizo, cada vez más próximos.
<Hazte el dormido, hazte el dormido> - se repetía.
Hubo un instante de silencio, nada se movía, ni tan siquiera el aire…no se atrevió a abrir los ojos ¿Había pasado? ¿Había funcionado?  Entonces lo sintió; un frio increíble, un frío antinatural le sobrecogió todo el cuerpo. No pudo controlar sus músculos que convulsaban con violencia.
- Muerteeeeeee
Sintió una mano huesuda posándose en su cabeza, el frío le atravesó todos sus sentidos y mientras se le escapaba la vida tuvo tiempo de pensar <Hazte el dormido, decían; eso sí que es un cuento de vieja>
 

4 comentarios:

  1. Está muy chula es la mejor que he escuchado.
    Rosa

    ResponderEliminar
  2. ,ole mi maestro que chuleta que bien hace la historia , yumara maria

    ResponderEliminar
  3. Es la mejor historia de todas esta guapisima
    Luis

    ResponderEliminar
  4. hola maestro eres el mejor

    ResponderEliminar