martes, 19 de junio de 2018

CAP 39: Caen las murallas


Elisea miraba desde la lejanía el edificio en llamas que albergaba la única esperanza de permanecer vivos el tiempo suficiente para recibir ayuda. El Innombrable, de un solo golpe, había destruido el almacén de alimentos donde se guardaban las reservas necesarias para la supervivencia de los defensores. Sin darse cuenta, la muchacha apretaba con tanta rabia los puños que sus uñas se clavaron en las palmas de sus manos haciéndola sangrar. Agachó el rostro, derrotada, mientras las lágrimas recorrían su tabique nasal hasta derramarse por la punta de la nariz en un goteo lastimero. Sin previo aviso, la intendente del Bastión, se levantó azuzada por la ira y salió corriendo en dirección al incendio.
-¡Elisea! No puedes marcharte ahora- gritó Águila al ver que la muchacha abandonaba su posición y se largaba sin mediar palabra. Eli no miró atrás, corrió y corrió poseída por la desolación y la furia.

En las murallas Antonio estaba arrodillado junto a Rafi. La joven Flaimer estaba exhausta en el suelo luchando contra la muerte. El hechizo había consumido toda su magia y su fuerza vital era insuficiente para mantenerla viva. Las respiraciones eran cada vez más espaciadas y su piel, que normalmente tenía un tono moreno acaramelado, lucía pálida y sin brillo.

- ¡Rafi! ¡No te mueras! -le solicitó Antonio en el oído con voz quejumbrosa, a pesar de que el joven sabía que no tenía ninguna opción de salir adelante.

Un grito ahogado muy cerca del muchacho lo sacó de su trance y al mirar vio que uno de los defensores que estaba junto a la catapulta cayó al suelo con una flecha clavada. Antonio lo reconoció como uno de los campesinos que acudieron a refugiarse a la ciudadela. El aire trajo un susurro de terror y apareció un alma maldita que se introdujo en el cuerpo del fallecido. El cadáver se levantó poseído por la corrupción de los infiernos dispuesto a eliminar a todo ser vivo. Los arqueros de Górmul habían ganado suficiente distancia para hacer efectivos sus disparos y lanzaban a discreción para acabar con los defensores. Aquí y allá comenzaron a caer defensores heridos o muertos por los proyectiles arrojados por el ejército invasor. Antonio se levantó y extendió la mano hacia el defensor poseído que ya se acercaba tambaleándose con malas intenciones. Concentró parte de su poder elemental y lanzó una llamarada que consumió el cuerpo del no-muerto liberando de nuevo su alma corrupta.

-¿Qué haces Antonio? ¡Pon en marcha las catapultas! – dijo la voz de una mujer con autoridad y urgencia.

El muchacho giró su cabeza y vio a la maestra Lola agachada junto a Rafi.

-No pierdas tiempo, necesitamos que te deshagas de esos arqueros o estaremos perdidos – volvió a solicitar su maestra que trataba de reanimar a su compañera-.

El joven no perdió tiempo y lleno de furia se dirigió con decisión a los mecanismos que accionaban la máquina de asedio. A simple vista, contempló que parte de un engranaje se había astillado y retenía el liberador del tensor que disparaba el proyectil. No lo pensó dos veces, aunque dejara inutilizada la catapulta, tenía que disparar. Desenvainó su espada y con un golpe seco destrozó la zona astillada que permitió que el ciclo de disparo se activase sin problemas. La máquina lanzó un proyectil cubierto de fuego que cayó encima de los pelotones de arqueros que castigaban las murallas. Al ver que la catapulta principal realizaba su disparo, el resto de máquinas siguieron su ejemplo y liberaron una carga de fuego sobre las líneas enemigas. El campo de batalla se estremeció y se iluminó con lo que parecía una lluvia de meteoros incandescentes. Los defensores que se batían con desesperación, recobraron parte de su moral al ver los estragos causados por las catapultas.

-¡Cargad y disparad a discreción! – ordenó Antonio y las máquinas empezaron a funcionar a pleno rendimiento.

En el suelo, Rafi sintió que el frío que recorría su cuerpo la entumecía hasta el punto de no poder mover ni una pestaña. Sabía que le quedaban pocos instantes de vida. Como sanadora del Bastión conocía perfectamente los síntomas relacionados con la muerte por fatiga. Entonces algo se derramó dentro de ella, un fuego que le quemó la garganta y se depositó en su interior irradiando calor y vida a todo su cuerpo. La muchacha no creía lo que estaba pasando. ¿Quizás ya había muerto? Entonces trató de abrir los ojos y una neblina se desvaneció mostrando el cálido rostro de su maestra Lola.
- Tranquila Rafi, te pondrás bien – dijo Lola con ternura mientras acariciaba el rostro de la joven, al que poco a poco, le empezaba a volver el color.
- ¿Qué? ¿Cómo? – preguntó aturdida pero su maestra la hizo callar poniéndole un dedo en la boca.
- Pronto te sentirás mejor, acabo de darte una poción curativa – le dijo Lola mientras le mostraba un vial colorado- Ya os dijimos que aunque hayamos dado nuestra magia al Bastión, aún podemos ayudaros – Rafi miró agradecida a su maestra-. Quédate aquí un rato hasta que puedas caminar y dirígete a las Casas de curación, pronto tendrás trabajo y recuerda que durante un buen rato no podrás usar tu magia.

La maestra Lola se levantó y se desvaneció entre el caos de la batalla. Antonio, poseído por el frenesí del combate, no se dio cuenta de que su amiga Rafi se recuperaba y mejoraba por momentos. Al poco rato la muchacha se alzó dispuesta a marcharse cuando Antonio la observó con los ojos arrebatados de miedo y de congoja. Rafi fue consciente de que el muchacho la miraba aterrado.

- Soy yo Antonio, soy Rafi – dijo sonriendo para calmar a su amigo.
- Pufff – el joven lanzó un largo suspiro de alivio-. Pensé que estabas poseída, he estado a punto de atacarte.
- Eso no será necesario. Ahora debo marcharme, vuelvo a las Casas de Curación para atender a los heridos.
- ¿Sabes que nos salvaste? Si no llega a ser por tu hechizo las murallas hubieran colapsado – afirmó Antonio con una voz que destilaba agradecimiento y Rafi asintió con la cabeza-.
- Mantente con vida, Antonio, y no dejes que entren en el Bastión.
- Tú también, mantente con vida – y diciendo esto, Rafi se marchó para ejercer de sanadora-.

Elisea, ajena a todo lo que sucedía, continuó con su carrera desesperada hasta que llegó a lo que quedaba del almacén de alimentos. Las ruinas desprendían un humo negro y denso que la hicieron toser. El aire olía extrañamente bien, como a palomitas de maíz recién hechas. La muchacha se sintió triste al relacionar el olor con la cantidad de sacos de cereales que habían ardido en el ataque del Innombrable. Entonces, tras la densa humareda una voz estridente captó su atención.

- ¡Ya podías ayudarnos! ¡Ay, cómo me duelen las rodillas!

La que hablaba era Agda que arrastraba un saco de alimento por el pavimento ennegrecido. Tras ella apareció el maestro Bruce que tenía unas pintas terribles. Su ropa estaba hecha girones y teñidas de hollín. Sobre sus hombros cargaba dos sacos enormes de cereales.
- Hemos rescatado algunas cosas, no es mucho pero nos servirá –afirmó el maestro-.
- Pero ¿cómo habéis conseguido rescatar la comida? – preguntó Elisea con incredulidad mientras ayudaba a Agda a poner a salvo el gran saco que cargaba-.
- Estábamos cerca cuando la bestia atacó y conseguimos sacar algunas cosas antes de que el fuego acabara con todo –explicó señalando un rincón de la calle donde había unos cuatro sacos de cereal en buen estado-. Creo que con esto tendremos para aguantar un día más.

Aguantar un día más no era mucho, pero Elisea entendió que era mejor que nada. Sintió cierta calma que la arropó y le hizo volver a mirar el futuro con cierto optimismo. Al contemplar a Agda y Bruce llenos de suciedad y dispuestos a jugarse la vida por unos cuantos sacos de maíz, pensó que aún quedaba esperanza. Si ellos seguían creyendo en la victoria, ella también tenía que creer.
- ¡Niña! -gritó Agda- No te quedes ahí parada ¿no tienes nada que hacer?
- Sí – afirmó Eli, saliendo de su ensimismamiento-. Tengo que volver a la Pirámide a esperar el Zafiro –al decir aquello, deseó con todo su corazón escuchar el cuerno del Bastión avisando de la llegada de sus compañeros.
- ¡Pues vete!- la azuzó Agda.

Eli emprendió el camino de regreso a la Pirámide lanzando un vistazo al maestro Bruce. El grandullón de cabello alocado y encanecido amontonaba los sacos con prudencia. La muchacha pensó en lo importante que puede ser un pequeño gesto. Su maestro, rescatando unos cuantos sacos de alimento del incendio les había regalado un día más de vida, quizás el tiempo necesario para que la ayuda llegara por fin al Bastión. Corrió por las callejuelas mientras se juró que aquella heroicidad, que nada tenía que ver con el valor o los hechizos pomposos, no se olvidaría de la historia. Si sobrevivía a la maldad de Górmul, honraría a su maestro.

La mañana avanzó en la locura de una batalla incesante y agotadora. Las huestes de Górmul no daban cuartel. Las catapulta de Antonio seguían arrojando fuego y de los huesos cenicientos surgieron unas trémulas luces azuladas; almas malditas que surcaron el aire alojándose en el cuerpo de los primeros defensores fallecidos. En otras zonas los invasores consiguieron trepar por las escalas convirtiendo el combate en un duelo cuerpo a cuerpo por el dominio de las murallas. Yumara y Cande luchaban con bravura lanzando a los no-muertos por encima de las almenas. Los golpes de Rosa eran demoledores, lanzaba poderosos mandobles a sus adversarios destrozando sus pútridas carcasas.

La tarde avanzaba y la oscuridad de aquel día sin amanecer, pareció hacerse más terrible con el paso de las horas. Los defensores del Bastión estaban exhaustos. Muchos lucían sus armaduras aboyadas y hendidas por los golpes, algunos como Cande o Rosa, sangraban por varias heridas, no obstante, seguían combatiendo ferozmente, sin ceder un palmo de terreno al enemigo. Las oleadas de esqueletos no acababan nunca. La enfermería estaba atestada de heridos y la pobre Rafi no daba abasto para atender a todos. A pesar de contar con la musgoseta, ya habían tenido que luchar contra alguno de los pacientes recién fallecidos que se alzaban poseídos por las almas malditas del ejército de Oscuridad. La maestra Lola se unió al equipo de curación procurando que ningún defensor perdiera la vida.

Eran unos momentos de gran confusión y desesperación, los defensores cada vez eran menos y los muros cada vez más débiles. Fue entonces cuando una voz tranquilizadora y jovial se dejó oír por los recodos de las murallas. Con su característico buen humor y consciente de que la situación debía mejorar, la maestra Victoria acudió en auxilio de los defensores. Con la lanza a la espalda, un cucharón y un perol de comida en las manos, recorría cada rincón del Bastión para dar alimento a los contendientes. El brebaje que les ofrecía, a pesar de no ser muy consistente, renovaba las fuerzas y el ánimo. El maestro Bruce y Agda hacían otro tanto, tratando de abarcar la mayor parte de la muralla. Los defensores se turnaban para comer frugalmente lo que se les ofrecía y volvían con renovado ahínco a la batalla.

Pero con la llegada de la noche, la tenebrosa corrupción de Górmul mostró otra de sus armas más terribles. Para sorpresa de los defensores, durante unos minutos el ataque cesó y los miles de esqueletos que ocupaban las huestes de muertos empezaron a apilar huesos en montones. Poco a poco, las pilas de restos de cadáveres, alcanzaron un tamaño similar a una casa de una sola planta. Cráneos y miembros cadavéricos se acumularon en túmulos grotescos fingiendo monumentos a la muerte. Las miles de almas malditas que revoloteaban por el campo de batalla y en torno al Bastión fueron a alojarse dentro de las aglomeraciones de huesos. La luz azulada de las almas malditas hicieron vibrar los túmulos y de ellos nacieron bestias gigantes de hueso formadas por cientos de miembros y trozos de otros cuerpos. Las abominaciones óseas se alzaron en el campo de batalla mostrando una fuerza abrumadora. Muchas de estas creaciones siniestras avanzaron por el campo de batalla y comenzaron a golpear los muros con una fuerza tan tremenda que los cimientos del Bastión se estremecían con cada impacto. El resto de muertos volvieron al combate y usaron a los gigantes como torres de asedio. Trepaban por las espaldas de los colosos y alcanzaban las murallas con facilidad. Los defensores se estremecieron de miedo y los miembros del consejo dudaron al ver la ferocidad de los gigantes.

En ese instante una gran explosión sucedió en la zona baja de la ciudadela. Muchos corrían por las calles gritando: ¡¡Las murallas han caído, los muertos invaden el Bastión!! ¡¡¡Todo está perdido!!!

Antonio daba órdenes en las murallas, llamando a sus compañeros y guerreros para que no se quedaran rezagados.
- ¡¡¡Replegaos!!! ¡¡Retroceded!!!
Todos hicieron caso del guerrero Flaimer y retrocedieron a la segunda muralla. Intentarían frenar a los atacantes desde allí.

Górmul, tras las filas de su ejército y escoltado por el Innombrable, sonreía tenebrosamente y cada vez que un trozo de muralla se derrumbaba, carcajeaba regodeándose en su propia malicia. Por fin había llegado el momento que tanto anhelaba, por fin vería a los humanos que tanto odiaba vencidos y muertos

12 comentarios:

  1. Jose Pedro eres un fiera...

    ISABEL CASTRO AMADOR

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  2. MAESTRO ESTA GUAPISIMA ME AN ENCANTADO TU HISTORIA Y ESTA MUY INTERESANTE LUEGO TE ECHAREMOS MUCHISIMO DE MENOS -TE QUE QUEREMOS MAESTRO- ANTONIO.

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  3. MUCHAS GRACIAS POR AYUDARME EN ESTOS ULTIMOS 3 AÑOS ERES EL MEJOR MAESTRO DEL MUNDO MUCHAS GRACIAS POR TODO UN ABRAZO MAQUINA-JUAN-.

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  4. Querido Maestro este año a sido el mejor, pero como siempre hay una parte mala que toca despedirnos de ti, te queremos Maestro

    Luis Gabriel Elisea

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  5. Maestro no me canso de decirlo tus historias me encantan nunca me canso de ellas cada capitulo me encanta me gustan un montón sigue asi

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  6. Maestro me as enseñado me as aprendido muchas gracias te quiero Lumi

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  7. Maestro Me a gustado mucho el juego de las cartas la historias que as hecho en este año te as esforzador para hacernos la Historias y el juego de cartas a nosotros y este es el ultimo comentario que te escribo maestro Joaquín

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  8. Maestro tu historias me a echu a escrivir historias y a leer muchu mejo Aarón

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  9. esta muy chula maestro muchas gracias por estas historias tan bonitas TEIYA

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  10. Maestro esta historia esta muy chula muchas gracias por salvar a la rafi PEPI

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  11. Maestro todas las historias me han encantado gracias por salvarme RAFI

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  12. Maestro desde que tu esta en la escuela todo es mejor gracias por haber hecho todas estas historias tk... DIANA

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