jueves, 25 de enero de 2018

CAP 14: El Bastión Elemental



Mientras Titón, Rafi y Juan permanecían en las Casas de Curación, Finred decidió ir a dar un paseo por las calles del Bastión Elemental. El elfo arcano había estado en otras ocasiones en la ciudad flotante pero prefería vivir en el Bosque Sombrío y velar por la defensa de sus fronteras. No obstante, las palabras de Juan lo habían intrigado y su curiosidad por el asunto del Innombrable no hacía más que aumentar. En ocasiones el mago había escuchado habladurías sobre el asunto, algunas viejas leyendas y cuentos para asustar a los niños, pero nada concreto. Por esa razón, mientras Titón terminaba de recuperarse, decidió dar un paseo hasta la biblioteca de la ciudad para investigar en los libros.
Al salir de las Casas de curación, respiró el aire fresco y agradable de la ciudad. La tarde avanzaba y la luz cálida del ocaso arrojaba destellos de color dorado sobre las fachadas de los edificios. Finred sabía que en algún lugar había una gran biblioteca pero había tantas calles a su alrededor que temía perderse por el camino. Se hallaba pensando qué camino tomar cuando vislumbró una figura que se dirigía hacia él con paso tranquilo. El elfo aprovechó la situación y abordó a la desconocida para preguntarle por la biblioteca.

- Buenas tardes -dijo Finred-.
- Bienhallado -contestó cortésmente la desconocida-.

Ante Finred se alzaba una muchacha joven y alta que vestía su atlético cuerpo con una cota de malla dorada. En su pecho lucía un blasón que representaba un enorme ojo blanco. Tenía el cabello oscuro e inmensamente largo recogido en una cola de caballo,  su rostro precioso hacia un contraste exótico con sus ojos llenos de decisión. De sus hombros colgaba una capa majestuosa con tonos fuego y en su espalda reposaba un enorme mandoble.
- Mi nombre es Finred, vine con un grupo de elfos arcanos. Traíamos un herido.
- ¡Vaya! así que tú eres el mago que trajo a Titón de vuelta al Bastión. Muchas gracias por devolvernos a uno de los nuestros -dijo la joven con gentileza-.
- ¿Uno de los vuestros? -pensó Finred en voz alta- Eso quiere decir que tú eres una de los miembros del consejo.
- Efectivamente, mi nombre es Domi de los Eolir. Soy guardiana del Bastión. Mi trabajo es patrullar las calles e impedir que ningún intruso pasee por este lugar sin permiso.
Finred observó que en las últimas palabras de la joven, referentes a su labor, había una pizca de culpabilidad. La joven Eolir se sentía decepcionada por algo, quizás por no haber impedido que Jálibu robara en el Bastión.

- Es una suerte haberte encontrado, Domi -dijo Finred sonriendo- precisamente estaba intentando llegar a la biblioteca ¿Tal vez puedas ayudarme?
- ¡Por supuesto! -respondió Domi - conozco el Bastión como la palma de mi mano. De hecho, estoy terminando mi turno de guardia y me dirijo a los cuarteles que quedan cerca de la biblioteca. Te acompañaré parte del trayecto.
- ¡Excelente! -exclamó el elfo-.

Finred y Domi ascendieron por una calle pulcramente empedrada. Los pasos de la joven Eolir hacían tintinear su armadura y la espada que colgaba de su espalda se columpiaba con suavidad. La muchacha era algo tímida, permanecía callada y estaba atenta a lo que sucedía alrededor. Domi tenía un acentuado sentimiento del deber y mostraba una lealtad inquebrantable por la defensa del Bastión. Desde pequeña había cuidado y protegido a sus hermanos con tenacidad incansable. Estas cualidades le habían permitido convertirse en la Guardiana del Bastión y gozaba del respeto de toda la ciudadela. 
El elfo, mientras tanto, se maravillaba contemplando la belleza de las calles por las que transitaban. Había pequeñas casas de una sola planta adornadas con macetas de colores vivos colgando de sus ventanas. Estaban construidas con piedras de sillería perfectamente cuadradas y los dinteles de las puertas se hallaban adornados con deliciosas figuras de madera. 
- Está ciudad es impresionante -dijo Finred-.
- Es un lugar único -respondió Domi con orgullo-. La magia de este lugar hace que todo sea más bello y la razón por la que fue creada le otorga una nobleza especial.
- La verdad -dijo el elfo un poco avergonzado- es que no conozco muy bien el origen de este lugar.
- Pues si te parece, podría contarte la historia de la ciudad, aún nos queda un buen trecho hasta la biblioteca.
- Soy todo oídos - contestó Finred con entusiasmo-.

Domi  se puso seria y comenzó a relatar con voz suave y solemne.

Hace mucho, mucho tiempo cuando Dámbil aún era joven, un gran cataclismo acechó la zona norte del mundo mágico.
Allí, entre el Reino del Minotauro y el Mar de las Siete aguas, concretamente en la ciudad de Siempreinvierno, se estaba librando una feroz contienda. Esta guerra sería la responsable de la creación de este lugar y del Consejo.

Humanos y orcos luchaban  por un manuscrito; El Manuscrito de los Cuatro Elementos o Pergamino Elemental. Éste guardaba todos los hechos ocurridos a todas y cada una de las cuatro tribus. Sus secretos más ocultos, sus cualidades y debilidades, todo y absolutamente todo lo relativo ellas. Los humanos liderados por el rey Brazofort se enfrentaban contra las huestes de orcos acaudilladas por Calaverón.

El campo de batalla era un auténtico infierno. Todo era un completo caos. Orcos fuertes y robustos; protegidos por gruesas corazas y poderosas hachas. Y humanos; con sus respectivos yelmos, armaduras y espadas, luchaban entre sí. En el suelo yacían los cuerpos sin vida de aquellos valientes que habían dado su vida por el codiciado pergamino. El estridente sonido de las formidables espadas al colisionar unas con otras estremecían el aire y los llantos y lamentos de los guerreros componían una lamentable música de batalla. Estos enfrentamientos se  produjeron durante décadas, miles de hombres y orcos dieron su vida en esta guerra inútil y todas las razas de Dámbil lloraron el daño causado por tanta codicia.

Pero un día los dos reyes se encontraron frente a frente en el lugar en el que se guardaba el Manuscrito Elemental y se enfrentaron en combate singular. Grandes y gruesas gotas de sudor recorrían sus mejillas y la sangre manaba de las visibles heridas que, poco a poco, iban haciéndose más graves.
 Brazofort luchó con gran bravura acorralando a su adversario y cuando el orco Calaverón estaba a punto de ser derrotado, en su último aliento consiguió dar un golpe seco con su hacha sobre el Pergamino, separándolo en cuatro fragmentos. De repente una brillante y cegadora luz empezó a surgir de los trozos del manuscrito y, elevándose por los cielos, desaparecieron en el firmamento volando en diferentes direcciones. Cada uno fue a caer a un lugar diferente del mundo mágico. Calaverón, aprovechando la confusión, consiguió escapar y refugiarse con su ejército en las montañas.
            Con el Pergamino Elemental fragmentado y perdido, la codicia de los dos reyes se apaciguó y acordaron una tregua para recomponer sus ejércitos. Durante este periodo, ambos regentes contemplaron con pavor el daño causado a las buenas gentes de Dámbil.
Profundamente arrepentidos, firmaron un tratado de paz que puso definitivamente fin a una de las peores guerras que se recuerdan.
Un fragmento de aquel tratado fue robado recientemente del Bastión iniciando el caos que reina ahora – dijo Domi haciendo un pequeño inciso en la historia-. El elfo asintió, conocedor de las fechorías de Górmul, antes conocido como Jálibu.

Para reparar el daño perdido – continuó la guardiana- un representante de cada una de  las cuatro tribus se dedicó a buscar los trozos desaparecidos del Pergamino por todo Dámbil. Después de mucho esfuerzo y sacrificio, consiguieron reunir los fragmentos. Poco después, para que el Pergamino no volviera a caer en malas manos, o se iniciaran guerras para robarlo, decidieron crear un Consejo que reuniera a los habitantes más honrados y poderosos de Dámbil para protegerlo. Así fue como nació el primer Consejo.

Para que la seguridad del pergamino fuera mayor, los representantes de las cuatro tribus se reunieron en asamblea para tratar ese tema y, decidieron que el fragmento no podía estar guardado en cualquier sitio pues podía ser robado con facilidad. La importancia del fragmento era vital para la existencia de todo Dámbil pues, si los fragmentos volvían a ser unidos, el poder del Pergamino sería devastador si era usado con malas intenciones. Así pues, el Consejo de sabios, temiendo la traición de muchos seres codiciosos que habitaban el mundo mágico, hizo un conjuro para ponerlo a salvo de cualquier mal.

Para el hechizo, los Eolir dieron su agilidad y destreza; los Terrarus su fuerza y su dureza; los Flaimers su sabiduría y su inteligencia y los Woiters su amor y voluntad. Juntaron sus manos y formaron una gran bola resplandeciente y luminosa que se elevó por los aires. De repente una porción de terreno se desprendió  de la tierra dejando una gran llanura bajo sí. Se elevó del suelo, cada vez más y más alto hasta que sólo llegó a ser un puntito en el firmamento. En ese terreno flotante se edificó una ciudad con magia poderosa y antigua. Allí se guardaría para siempre el Pergamino Elemental.
El Consejo de sabios se mudó allí e hizo un juramento sagrado que los obligaba a defender el Pergamino con su vida.
La ciudad tomó el nombre de Bastión Elemental y pasó a ser el hogar de los encargados de defender el Manuscrito. El Consejo recibía el nombre de los componentes que lo formaban. En un principio se llamó el “Consejo de los 4” pues estaba formado por los 4 humanos que consiguieron juntar de nuevo los fragmentos del pergamino elemental. Poco a poco el Consejo fue creciendo hasta el día de hoy, en el que el “Consejo de los 18” vela por la seguridad de Dámbil y del Pergamino. 

La parte más importante de la ciudad- dijo Domi señalando un edificio con forma de pirámide- es la Pirámide Elemental, lugar donde se guarda el pergamino y donde se celebraban las asambleas y reuniones de mayor importancia. Para mayor protección, la ciudad está envuelta en una gran masa transparente mágica que la aislaba del mundo exterior y…

- ¡¡Como me enrollo!! -dijo Domi  sorprendida- pero si ya hemos llegado al cuartel. Siento tener que dejarte pero  debo quedarme aquí.
- Es una pena -sintió Finred- la historia de la ciudad me ha encantado, me gustaría saber más cosas.
- Tal vez en otra ocasión, por cierto, casi me olvidaba; la biblioteca queda al final de esta calle, es aquel edificio grande de allí - dijo Domi  a modo de despedida-.
- Muchas gracias por todo, Domi de los Eolir, ha sido un placer compartir este rato contigo - se despidió Finred-.

En la despedida, la sensibilidad del mago detectó de nuevo que  Domi ocultaba una profunda frustración, una herida que aún estaba abierta. Supuso que tendría que ver con el robo en el Bastión pero su instinto le dijo que era algo más profundo, quizás algo personal. Finalmente apartó sus sospechas y  continuó ascendiendo la calle en busca de la biblioteca de la ciudad, sus pasos silenciosos cepillaban los adoquines del majestuoso Bastión Elemental. Las respuestas siempre hay que buscarlas en los libros… ¿Qué o quién es el Innombrable?

6 comentarios:

  1. Que chulo maestro eres un chuleta


    Elisea

    ResponderEliminar
  2. Wow quiero seguir aprendiendo la historia de El Bastion Elemental y de Dambil

    ResponderEliminar
  3. Hola maestro me ha encantado la historia eres el mejor maestro del mundo.
    Firmado Juan y Antonio de 6 la la historia de Calaverón y Brazofort y en la otra historia pon a pac-man el gordo limón

    ResponderEliminar
  4. Me ha encantado Luis Gabriel

    ResponderEliminar
  5. Maestro me ha gustado mucho la historia escrito por Pepi

    ResponderEliminar