martes, 26 de septiembre de 2017

Prólogo "Señores de los Elementos"



Hace muchas lunas, cuando las estrellas brillaban con fiereza en el firmamento existía un lugar llamado  Dámbil  donde vivían en armonía toda clase de bellas criaturas. No existía la electricidad ni había vehículos ni tampoco grandes edificios como los de ahora. Tampoco había teléfonos, ni ordenadores pero había muchos buenos artesanos que forjaban y fabricaban tesoros con poderes inimaginables. Era un mundo sencillo con grandes campiñas verdes, montañas que desafiaban el cielo y  ríos y lagos cristalinos. Era un lugar de gran belleza en el que podías sentir la magia en todo lo que te rodeaba. 
                En Dámbil había elfos; poderosos e inmortales. Existían trolls, enormes y fuertes. Orcos; robustos y fieros. Duendes; inteligentes y audaces. Dragones; sabios y terribles. Todos tenían grandes cualidades que aprovechaban para relacionarse con las demás criaturas; comerciaban, organizaban grandes eventos y compartían la sabiduría por el bien común. Eran un mundo de paz. 

                Pero de entre todos los seres que habitaban este fantástico mundo, los humanos eran la raza más numerosa. Vivían repartidos por el mundo mágico organizados en cuatro tribus y a cada una se le había concedido  el don divino de controlar mágicamente uno de los cuatro elementos de la naturaleza; agua, tierra, fuego y aire. Por esa razón, desde pequeños, los humanos eran adiestrados en el manejo de la magia elemental, para poder  usarla de forma responsable. 

                Los miembros de la tribu del fuego recibían el nombre de "Flaimers". Eran humanos, altos, orgullosos y extraordinariamente resistentes al fuego.  Los más estudiosos, eran capaces de dominar las abrasadoras llamas  según sus deseos. Gracias a eso, eran especialmente diestros en el dominio de la forja y trabajaban el metal con habilidad realizando todo tipo de objetos útiles; desde herramientas para el campo  hasta armas y armaduras. 

                Los humanos que dominaban el agua eran conocidos como los "Wouters". Eran bellos e inteligentes y solían habitar a orillas del mar o cerca de lagos, estanques y ríos. Se dice  que eran capaces de hablar con todas las criaturas acuáticas y, que si lo deseaban, podían manejar el agua a voluntad. Tenían la cualidad de permanecer bajo el agua durante mucho tiempo sin necesidad de respirar. Les encantaba trabajar con el cristal y fabricaban todo tipo de objetos con él, de hecho inventaron un material muy valioso que era venerado por todos las criaturas. A este material se le llamó Plerio, era una sustancia maravillosa y de gran belleza, parecida al diamante. Dicen que cuando la luz impactaba en este material reflejaba un arcoíris de colores nunca vistos que hipnotizaban a todo aquel  que lo miraba. Con el tiempo el Plerio se convirtió en moneda de cambio y todas las criaturas comerciaban con él, pues además de ser un material precioso y venerado, las demás criaturas le encontraron usos muy peculiares que iremos desvelando más adelante. 

                Los "Terrarus" fueron los que recibieron el don de dominar la tierra. Amaban cultivarla y trabajarla. Eran expertos en la minería y extraían con delicadeza todo tipo de metales y materiales preciosos que vendían a las demás tribus y criaturas. Eran fuertes y robustos y su piel era tan dura que parecía una armadura  natural. Los "Terrarus" más poderosos eran capaces de provocar terremotos y de entender el idioma desconocido de las rocas. 
                Los guardianes del don del aire fueron llamados  "Eolirs". Eran delgados, ágiles y sus cabellos eran largos y dorados. Tenían la extraordinaria habilidad de dominar el aire de tal manera que podían caminar sobre él. Eso les permitía  desplazarse grandes distancias surcando los aires, sin tocar el suelo. Amaban la música y componían bellas melodías usando instrumentos de viento fabricados con delicadeza y maestría. Se dice  que si enfurecían, su cólera era capaz de desatar tempestades, por eso era mejor no enfadarlos. 

                Los humanos más poderosos, justos y sabios de cada tribu eran seleccionados para formar parte de una élite de guerreros que tenía el deber sagrado de defender el mundo mágico de Dámbil de cualquier mal.  Vivían en un lugar muy peculiar llamado Bastión Elemental y se hacían llamar "El consejo de los 18". Los jóvenes que componían el consejo eran humanos de gran poder; trabajaban y se entrenaban duramente  y eran conocidos como los "Señores de los Elementos". 

                Pero sucedió, que tras siglos y siglos de paz, los habitantes de Dámbil se relajaron y se volvieron débiles y confiados. Ningún miembro del Consejo de los 18 estaba preparado para lo que iba a venir…tiempos oscuros y tenebrosos.

3 comentarios:

  1. Con tu imaginación y magestuosas palabras, haces que todos viajemos por los lugares que describes, metiéndonos en el papel de los personajes. Enhorabuena, eres un crack!!!

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  2. Sin palabras maestro, eres único. ¡Qué suerte tienen tus alumnos y alumnas de tenerte como su guía educativo!

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  3. Alucinados Linde y yo, se lo voy leyendo mientras el conduce, vamos de camino a Linares. Seguimos!

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