Era noche
cerrada y las nubes surcaban el cielo llenando de bruma las calles del Bastión.
El silencio gobernaba en aquellas horas de la madrugada, cómplice de lo que
estaba a punto de suceder.
El pasillo, un
interminable corredor de mármol con puertas a cada uno de los lados, estaba
tenuemente iluminado por la luz de plata que se filtraba a través de las cristaleras. Unos pies
descalzos se movían sigilosos evitando llamar la atención de los miembros del
Consejo que descansaban en las habitaciones del corredor. Con suma delicadeza
acarició una de las puertas tocando la madera lo justo para que se escuchara el
rumor desde dentro: toc, toc.
-
¿Eli, estás despierta? –dijo el joven conteniendo
la voz en un susurro.
Para alivio
del muchacho, el sonido de la silla indicó que su amiga Eli estaba despierta,
escuchó el mecanismo del pestillo y la puerta se abrió tiñendo el pasillo con
la luminosidad suave de una vela.
-
¿Qué narices haces aquí Lumi? ¿No sabes qué hora
es? – Elisea, aún intentando contener su voz habló más alto de lo que deseaba-.
No te quedes ahí como un pasmarote, entra rápido antes de que despiertes a alguien.
Lumi se
sorprendió al ver a Elisea vestida con ropa de combate. Llevaba ceñida una armadura de cuero endurecido con pantalón de campaña
juego.
-
¿Qué haces vestida así, tenías pensado ir a
algún lado? – preguntó Lumi.
-
¡Bah! A veces no sé si te enteras de las cosas
Lumi ¿no te das cuenta de que estamos en guerra? En cualquier momento nos
podrían llamar, además no puedo dormir- sentenció la muchacha-.
-
A mí me pasa igual, llevo un rato dándole
vueltas a la cabeza y no soy capaz de conciliar el sueño sabiendo que tenemos
un arma capaz de poner solución a esta pesadilla pero no tenemos el valor de
usarla –explicó Lumi recordando que la Rosa Dorada, la espada mágica que habían
forjado para enfrentarse a Górmul -.
-
No sé qué
esperaba conseguir Luis Gabriel, estaba claro que nadie sería capaz de desafiar
a Górmul. Mató sin esfuerzo a Rog Muchamuesca ¿entiendes lo que quiere decir
eso Lumi? – una vez más la voz de Eli sonó más potente de lo habitual y Lumi le
hizo gestos para que se apaciguara-.
-
Claro que te entiendo, el rey de los orcos era
uno de los mejores luchadores de todo Dámbil, probablemente el mejor y aún así
fue derrotado ¿qué podríamos hacer nosotros que apenas dominamos nuestros
poderes? – añadió Lumi dándole la razón a su compañera.
-
En fin, tenemos que encontrar una solución a
todo esto y no va a ser fácil –concluyó Eli-.
-
Por eso precisamente no puedo dormir – apuntó
Lumi- no hago más que darle vueltas a la cabeza. Nosotros estamos aquí a salvo,
pero en tierra firme los orcos de Górmul avanzan sembrando la muerte –Eli
asentía con la cabeza dando la razón a su compañero, finalmente Lumi suspiró
profundamente tratando de calmarse- ¿Tú qué haces para mantener la calma? –
preguntó el muchacho tratando de desviar un poco el tema-.
-
Estaba leyendo “La balada del Amanecer”, es un
libro que me regaló mi padre –dijo la joven señalando un precioso tomo de
lomos de cuero y bordados artesanales
que reposaba en la mesa arropado por la luz de un candil-.
-
¿De qué trata?
Lo de balada me suena a algo de chicas ¿no será una novela de esas románticas de besuqueo y esas tonterías? – preguntó Lumi
mofándose- .
-
Para tener la cabeza tan gorda tienes muy poca
sesera – dijo Eli un tanto molesta-. La balada del Amanecer es el libro más
sagrado que existe –comenzó a explicar la joven-en él se narra cómo se creó
nuestro mundo por los dioses.
-
Ahh pues esas historias si me gustan ¿me puedo
quedar un rato y la leemos juntos? – preguntó Lumi con tono suplicante-.
Elisea
permaneció un rato examinando al joven y por toda respuesta, avanzó a un
extremo de la habitación, cogió una silla y la puso junto a la suya frente al
escritorio.
-
Estate calladito o te saco de la habitación por
la ventana – dijo Eli en su tono habitual mientras con la mano le indicaba a
Lumi que se sentara en la silla de al lado-.
Lumi se sentó
sin hacer ruido y con mucho cuidado, su compañera Eli era su mejor amiga pero
cuando se enfadaba tenía un genio terrible, era mucho más sabio no alterarla si
apreciaba su pellejo. Eli empezó a leer
en voz baja, casi susurrante como si le estuviera contando el mayor secreto del
mundo a su compañero.
“Hace muchos siglos, tantos que
ni la memoria de la piedras es capaz de recordar, existían dos grandes
dioses: Materia y Tiempo. Materia y Tiempo vivían en un lugar totalmente
desierto, sin nada, pero fruto de su
amor nacieron sus dos primeros hijos: Luz y Oscuridad. En un principio Luz era
muy débil y Oscuridad creció y creció llenando todo el espacio con su penumbra.
Oscuridad vivía feliz y orgulloso pues
dominaba todos los rincones del mundo.
Gracias al amor de sus padres, Luz empezó a
crecer fuerte y saludable pero al mismo tiempo que ella crecía su hermano
empequeñecía. El poder de Luz llegaba cada vez más lejos y su presencia alejaba
a Oscuridad que se veía cada vez más acorralado. Ambos se enfadaron
terriblemente y competían por alcanzar mayor grandeza. Un día, los padres
intervinieron para solucionar la pelea entre los dos hermanos y acordaron
que ambos tendrían igual poder. Durante
un tiempo Luz reinaría en el mundo para que todo pudiera crecer y vivir y
durante otro periodo sería Oscuridad el encargado de reinar para señalar el
descanso y reposo de las cosas. Luz quedó satisfecha con el trato y dejó de
pelearse con su hermano pero Oscuridad encontró muy injusta la decisión de sus
padres y en secreto empezó a odiar a sus padres y a su hermana.
-
Ahhh, entonces ¿así surgió el día y la noche?-
preguntó Lumi sabiendo la respuesta-.
-
Sí, pero calla y no interrumpas- contestó
secamente Eli y continuó leyendo-.
El amor de Tiempo y Materia siguió creciendo
y vinieron al mundo más hijos pero estos
no tenían el mismo poder que Luz y Oscuridad por eso se les llamó “Elementos” pues su poder era más primitivo. Estos hermanos recibieron el nombre de Agua,
Fuego, Tierra y Viento y entre ellos empezaron a dar forma a Dámbil. Pero mientras construían las montañas, ríos, mesetas, acantilados y
demás lugares maravillosos, Oscuridad se presentaba ante sus hermanos menores y
les susurraba palabras de odio que contaminaban sus creaciones. Por eso, cuando
Agua creó los mares, Oscuridad influyó para que las olas del mar fueran grandes
y destructivas. Cuando Viento soplaba plácidamente, Oscuridad lo enfadaba para
que se levantaran tornados y tempestades. A Fuego lo irritó irremediablemente
hasta el punto de que convirtió su agradable calor en una llama ardiente capaz
de incinerar cualquier cosa. Finalmente, a Tierra lo asustó haciéndolo temblar
convulsamente provocando devastadores terremotos.
No obstante, a pesar del odio que Oscuridad
iba sembrando en sus hermanos los “Elementos”, Dámbil fue tomando una forma
hermosa y bella que conmovió profundamente a sus padres Tiempo y Materia. Por
eso, hicieron una gran fiesta para
celebrar la grandeza del mundo que habían creado. Cuando festejaban, Luz animó
a sus hermanos pequeños para que tocaran
música y así agradar a los padres. Agua, Fuego, Viento y Tierra entonaron una
dulce balada que conmovió a Tiempo y Materia. Luz tarareó una letra para
embellecer más aún la obra de sus hermanos y sus padres lloraron de emoción al
ser regalados con aquella música.
La balada obró su propia magia sobre el
mundo y gracias a los sentimientos puros que brotaban de cada nota de música
surgieron unos seres de gran belleza que poblaron todas las tierras y lugares
del mundo mágico recién nacido. De las primeras notas de la Balada, aún torpes
y vacilantes, surgieron animales de todo tipo. De la parte intermedia nacieron
los orcos, trolls, duendes y dragones. Finalmente, de las notas finales, en las
que Luz había tarareado una preciosa letra, surgieron los elfos y los humanos.
Tiempo y Materia contemplaron orgullosos la creación de vida en el mundo. Por su parte, Oscuridad
había observado todo con profunda envidia y resentimiento, mientras en él
crecía un deseo tenebroso de destruir aquellas formas de vida. Pero Oscuridad
no se atrevió a intervenir ante la presencia de sus padres, sabedor de que
llegaría su momento de vengarse.
Así se inició la vida en Dámbil, un lugar cálido
y acogedor. Los seres de aquel lugar tenían gran parecido con los dioses que
los habían creado y tenían poderes similares a sus padres los Elementos.
Durante una época todos los habitantes del mundo mágico disfrutaron de infinita
felicidad pues no conocían el miedo, la mentira, el sufrimiento ni el dolor.
De este modo, Oscuridad inició su plan para
terminar con la obra de sus hermanos. Durante un tiempo fue tomando la forma de
los seres de Dámbil, disfrazado con la piel de orcos, duendes, dragones y demás
razas del mundo mágico. A todos les enseñó el arte de la mentira, la envidia y
la codicia. Con aquellas terribles enseñanzas nacieron en el mundo la
violencia, la confrontación y la guerra.
Un día uno de los clanes humanos peleó por una estúpida riña que había provocado
Oscuridad. Por desgracia, la violencia llegó a tal extremo que varios humanos
resultaron muertos. Ante tal desgracia
se manifestaron Materia y Tiempo para investigar aquel suceso tan catastrófico,
pues nunca antes nadie había osado arrebatarle la vida a uno de sus semejantes.
Su sorpresa fue mayúscula al comprobar que Oscuridad había corrompido las almas
de multitud de criaturas convirtiéndolas en malvadas. El descubrimiento
despertó una ira irremediable en todos los dioses y apresaron a Oscuridad para
juzgarlo por sus crímenes.
Materia, la madre de todas las cosas fue la
encargada de juzgar a su hijo Oscuridad y dictó la siguiente sentencia:
Has pervertido la creación más pura y bella
de este mundo.
Has sembrado el odio y la envidia.
Has corrompido las almas de seres inocentes
para convertirlos a tu oscura causa.
Por eso, te condeno a pasar el resto de la
eternidad en los Infiernos, una prisión creada por todos los dioses de bien
para que allí sufras tormento en la
compañía de las almas que has condenado.
Todos los seres de este mundo que cultiven
la violencia, el odio, la mentira y dañen a sus semejantes serán condenados a
pasar la eternidad contigo.
Así fue como Materia condenó a su hijo Oscuridad a pasar el resto de la
eternidad conviviendo con todas las almas malvadas del Infierno.
-
Y aquí termina “La Balada del amanecer” –
sentenció Elisea acariciando la página del libro mientras enderezaba la espalda
en la silla-.
-
Pero sigue leyendo aún queda un trozo – dijo
Lumi señalando la parte baja de la página-.
-
¿Qué dices Lumi? La historia termina aquí, no lo
ves – Eli puso el dedo justo al final del último párrafo donde veía claramente
un espacio en blanco-.
-
Espera ¿me estás diciendo que no ves esta
inscripción? Fíjate tiene una letra diferente
con un trazo mucho más puntiagudo y anguloso – Lumi seguía con el dedo
un trozo en blanco en el papel-. Creo que es algo que solo puedo leer yo.
-
Es posible que haya algo oculto en este
libro y que solo tú poder puede
revelarnos. Pero no te quedes ahí pasmado, lee en voz alta – le obligó Elisea
con entusiasmo-.
Entonces Lumi
leyó:
Cuando Materia dictó sentencia, el cuerpo de
Oscuridad comenzó a disolverse en el aire pero tuvo el tiempo justo de lanzar
una profecía:
-
Me condenas
madre, pero no ocultaré que os odio con todo mi poder a ti y a mis hermanos.
Mas yo te digo que volveré a estas tierras. Conseguiré escapar de vuestra
prisión y las almas atormentadas serán
mi ejército. Con ellos arrasaré este mundo y vuestra creación pues mi único
anhelo es veros sufrir.
Volveré y engañaré, vuestros humanos me amarán como
Jal ili Bou, el bello hombre y después me temerán cuando les revele que soy Gôr
ohg mul que significa el Oscuro renacido.
Mi Hoz segara la Rosa y la barrera de los infiernos
se abrirá liberando la muerte que acabará con el mundo.
Lumi
terminó la lectura y se dio cuenta que leer aquellas palabras en voz alta le
había distorsionado la voz de una forma siniestra cargando la atmosfera de la habitación
de una forma extraña, como si algo enfermo volara en el aire. Observó a su
compañera Eli y advirtió que estaba temblando profundamente afectada. No
levantaba la mirada del libro como si intentara leer lo que solo podían ver los
ojos del muchacho. Finalmente la joven rompió el incómodo silencio:
-
Por favor Lumi, lee de nuevo los nombres de
esa profecía oculta – solicitó con voz calmada-.
-
El primer nombre que pone es “Jal ili Bou” y
el segundo es “Gôr ohg Mul” – volvió a leer el muchacho-.
-
Repítelos ahora más rápido – solicitó Eli con
urgencia-.
Lumi no
llegó a pronunciarlos, mentalmente se formaron dos nombres muy familiares en su
cabeza Jálibu y Górmul, miró a su compañera que asentía con la cabeza como si
le estuviera leyendo el pensamiento.
-
¡Dios mío! Estamos hablando de Oscuridad
–exclamó Lumi con miedo-.
-
Eso no es lo peor ¿recuerdas con qué arma mató
Górmul al rey Rog?- preguntó Eli consternada-.
-
Dijeron que de su mano brotó un hoz oscura y
que de un solo golpe acabó con el Rey – recordó Lumi que era muy bueno para
quedarse con esos detalles-.
-
Eso nos lleva a la última frase “Mi hoz segará
la Rosa y la barrera de los infiernos se abrirá…” Lumi ¿entiendes lo que quiere
decir eso?- preguntó Eli muy agitada sin esperar respuesta- No podemos permitir
que la Rosa Dorada llegue a manos de Górmul. Ha sido un terrible error
forjarla.
No había
terminado Eli de decir su frase cuando unos golpetazos en la puerta los
asustaron, alguien llamaba con urgencia. Lumi abrió la puerta preparado para
cualquier cosa y encontró a Pepi, que muy fatigada, como si llevara un rato
corriendo, les gritó:
-
¡Rápido, tenéis que venir conmigo, la Rosa
Dorada no está, la espada ha desaparecido!
Cuando
Lumi reaccionó a las palabras de Pepi, se dio cuenta de que sus piernas
temblaban. Nunca había sentido un miedo tan atroz ni tan voraz. Disimuló su
desesperanza y empezó a correr mientras pensaba que si hubiera sido más
aficionado a la lectura, aquella profecía se habría descubierto mucho antes.
más
ResponderEliminarMaaaaaaaaaaas plis
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